No sabría decirte cuánto tiempo hace que me pregunto si vuelvo a tener depresión. Tengo la sensación de que me he pasado casi toda mi vida bajo este dilema porque llevo en terapia desde que terminé la secundaria. Aunque puedo garantizar que la primera razón que me puso delante de un psicólogo no fue una depresión sino pura apatía adolescente. Aburrido de mi vida en general: un sentimiento fomentado especialmente por el instituto donde casi no tenía amigos y dónde me trataban como un bicho raro. De aquella época no recuerdo casi nada con especial cariño. Excepto, quizá, alguna que otra persona tan rara como yo. Por entonces ya vivía de forma nómada sin un grupo fijo de colegas. Un día con estos de aquí y al siguiente con aquellos de allá. Mañana me apunto al taller de teatro y pasado lo dejo por el aula de dibujo.
Durante meses, hasta que consigo decidir si estoy triste o con depresión, me paso las horas añorando situaciones que mi memoria ha distorsionado. Las ha limpiado, pulido, despejado las malas sensaciones y les ha puesto un filtro sepia. No queda rastro de la angustia de vivir ni del desconcertante bloqueo emocional que imperaba a sus anchas. Rememberwashing debería llamarse esto. Ahora quisiera tener veintidós años para recorrer la ciudad de madrugada desde mi piso al tuyo porque, pese a que hemos discutido toda la semana, me acabas de mandar un mensaje escueto y manipulador consciente de mi debilidad por ti: “Ven. Hazme el amor”. En aquella época seguía sintiéndome un post-adolescente afligido. Convencido de que el problema era que no salía con un número suficiente de mujeres. Qué idea más absurda: considerar a las mujeres un producto para arreglar hombres. Suena brutal. Durante el tiempo que actué convencido (inconscientemente claro) de esta idea no pasé de ser un tío frustrado que no ligaba pero, ¿cuántos se sacudieron esa frustración abusando de su posición, de su fuerza o de su ventaja dada simplemente por ser hombres? ¿Cuántos siguen convencidos de ello y lo siguen haciendo? Son este tipo de reflexiones las que me ayudan, por fin, a decidir si estoy triste o con depresión. La clave es saber si me pone triste un hecho puntual o la continúa sensación de que este mundo, en su interminable huida hacia ninguna parte, va a peor.
¿Qué tipo dje persona soy si soy una persona que anhela adaptarse a un mundo así?
Quizá eres ese tipo de persona que, a pesar de todo, quiere continuar hacia adelante. No te servirá de consuelo si es que lo necesitas, pero soy uno más de los que pensamos que el mundo va a peor. Entretanto, ahí, en la lucha.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Desde luego no queda otra que apretar los dientes y seguir.
Me gustaMe gusta
Duele ser inadaptadx, duele más darse cuenta de que quizá nunca nos vamos a adaptar a este mundo… pero empieza a dejar de doler cuando se acepta que el mal, la patología no estaba adentro de unx, sino que era consecuencia de un entorno distorsionado. Lxs rarxs nunca tuvimos la culpa, somos un resultado, un síntoma social, y precisamente ahí está la magia, podemos hacer la diferencia, estoy segura de que se puede 🌻
Me gustaLe gusta a 1 persona
A veces me pregunto si hago mal romantizando mi inadaptación.
Me gustaMe gusta
La última vez que fui a visitar a mi psiquiatra me dijo que estaba deprimida. Yo le aseguré que no. Pero ella parecía empeñada. Me dijo tajante: estar deprimida no significa andar llorando por las esquinas. Bueno, puede que estuviera a las puertas y que la zona de mis ojos estuviera más tensa o apagada de lo habitual pero la verdad es que si había peligro de volver a pisar ese pantano, lo he salvado. Espero que tú igual.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias! Lo cierto es que creo que llevo deprimido mucho tiempo y la pandemia, como a tanta gente, no me ha ayudado. Ahora solo queda empezar a sanar. Aún me falta pero estoy en ello.
Saludos!
Me gustaLe gusta a 1 persona
«No se puede ser neutral en medio de tanto crimen».
Anhelarlo sería algo así como padecer el Síndrome de Estocolmo.
Te comprendo. No estás solo. Romantizar tu inadaptación es ser un Don Quijote, ¡a por esos malandrines, compañero! ¡Ánimo!
Me gustaLe gusta a 1 persona